Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios. (1 Pedro 3:3, 4 NVI)
Delante de Dios, la verdadera belleza no es la externa, si no la del corazon. Una mujer que decide mantener un espiritu suave y apacible, es decir, que decide controlar sus emociones ante de las oportunidades que se le presentan para que estalle en colera.
Decide ser esa mujer suave y apacible que trae paz y tranquilidad a su hogar!
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